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A 42 años de la Noche del Apagón, marchamos en Jujuy por la Memoria, la Verdad y la Justicia

A 42 años de la Noche del Apagón, marchamos en Jujuy por la Memoria, la Verdad y la Justicia
#Actualidad #Derechos-Humanos

Por tercer año consecutivo, una delegación de ATE Capital viajó a San Salvador de Jujuy para acompañar el reclamo de justicia de los organismos de derechos humanos.

Luego de casi un día de viaje, llegamos a Jujuy a última hora del miércoles 18 de julio y nos hospedamos en la sede de Palpalá de la Organización Barrial Tupac Amaru, un barrio popular en las afueras de San Salvador, donde fuimos cálida y amistosamente recibidos por las y los compañeros ante la ocupación ilegal de la sede nacional el 21 de junio pasado por parte de Gerardo Morales.

Durante un emotivo recibimiento, los militantes a cargo de la sede de Palpalá expresaron el “orgullo” y la responsabilidad de recibir por primera vez un contingente de tamaña magnitud y nos pusieron al día de la difícil situación que atraviesan las organizaciones populares en la Provincia. En una improvisada ronda, “Tupacita”, una de las mujeres a cargo, fue directa: “Somos no más de 15 los que estamos haciendo la resistencia. No somos chorros ni vagos, acá están los vueltos y queremos que nos devuelvan lo que nos robaron: la sede oficial, la bloquera, la escuela, la metalurgia, la textil...”.

Al día siguiente, se cumplían 42 años de la Noche del Apagón de Ledesma, una de las represiones masivas más feroces, brutales y perversas que sufrimos como pueblo. Los crímenes de lesa humanidad de aquella semana de julio de 1976 incluyeron el secuestro y la tortura de más de 400 personas entre obreros, estudiantes, sindicalistas y dirigentes políticos y la desaparición de 33 de ellos, en medio de una oscuridad siniestra por los cortes del suministro eléctrico que afectaron a todos los pueblos de la zona excepto al Ingenio Ledesma. Pedro Blaquier, dueño del mismo, cómplice-responsable de aquellos hechos, fue absuelto y permanece impune; Milagro Sala, negra, pobre, coya, mujer, lleva ya casi tres años presa sin condena por organizar al "lumpenaje", como dice despectivamente la oligarquía jujeña.

La delegación estuvo compuesta por representantes de las siguientes Juntas Internas: Justicia y Derechos Humanos, Ente Ex ESMA, Subsecretaría de Derechos Humanos, Seguridad, Legislatura, Presidencia, Educación, Biblioteca Nacional, Defensoría del Pueblo, ANSES, Desarrollo Social, ENACOM, MAYeP, Interior y Teatro Cervantes, y compañeros y compañeras de ATE La Plata, ATE Berisso, El Hormiguero, La Chávez y muralistas de Movimiento Kultural. Compartimos además el viaje y la estadía con los Comités por la Libertad de Milagro Sala.

Jueves 19 de julio: Marcha del Apagón

Temprano en la mañana, arrancamos la jornada que prometía ser extensa. El día había amanecido gris y lluvioso y los pronósticos no eran alentadores. Después de casi dos horas de viaje, llegamos a la sede de la Tupac de Calilegua, una pequeña construcción entre calles de tierra con tres habitaciones y un patio en el fondo. Allí, desde temprano, tupaqueras y tupaqueros cocinaban en ollas gigantescas un locro para, al menos, unas 300 personas.

Desde Calilegua, departamento de Ledesma, parte la tradicional Marcha del Apagón a Libertador General San Martín, y en la sede concentra la Organización Barrial más anexos. Hay expectativa en los compañeros por ver cuánta gente viene de los barrios, cuánta respuesta hay a pesar del día lluvioso que además es jueves y no es feriado. De a poco van llegando más y más contingentes, grupitos de decenas de personas que se acercan un poco tímidamente, un poco con respeto. El año pasado fueron tres los colectivos que movilizó la Tupac; hoy serán ocho. Dos buenos indicios: de pronto hay más militantes de la Tupac que “gringos” y hay muchas banderas nuevas.

La sede de Calilegua es conocida como la “sede de la resistencia”. Está a cargo de Javier y Carla, una dupla de jóvenes tupaqueros. A pesar de la falta de recursos, deben mantener las actividades para el barrio y resistir. Resistir para la Tupac significa impedir que el Gobierno se apropie de sus bienes e instalaciones. En septiembre del año pasado, la fábrica textil fue atacada por la noche y saqueada: “Dejen de joder con la Tupac. Milagro Sala no vuelve más a Calilegua”, escribieron en las paredes.

El desafío es mantener vivas las sedes. “A partir de los comedores, volver a tejer los lazos con el barrio y la comunidad a pesar del miedo”, explica Javier. Sin embargo, a las dificultades ya mencionadas, se suman las propias: a poco de asumir, la concejala electa de Calilegua por el FUyO (Frente Unidos y Organizados por la Soberanía Popular), Rosana Nieto, “se pasó de bando”. Carla y Javier se postularon en las últimas elecciones: quedaron terceros.

Ariel Yapura, coordinador de la Tupac y uno de los militantes más activos el día de hoy, asegura que hay una especie de doble juego: hay quienes están volviendo a acercarse a la orga a pesar del miedo porque ven y sufren lo que está pasando, la realidad de despidos y el ajuste de Macri-Morales, que en algún momento siempre llega, mientras que otros lo hacen por bronca. La intervención y posterior vaciamiento de la sede nacional – ”Corazón de la Tupac” –, ahora con custodia policial, es una afrenta intolerable para quienes se distanciaron por miedo o diferencias, sí, pero que lo hicieron sin odio.

Se hace la hora para arrancar y sobre la calle de tierra (hoy barro) empiezan a armarse las columnas. Sin Milagro, Juan Manuel Esquivel, diputado provincial por el FUyO asume el micrófono e intenta el fino arte de la conducción: “¿Quiénes somos? ¿Qué queremos?”, lanza la típica arenga tupaquera. “Trabajo, educación, salud”, la respuesta es por ahora tibia. Él corrige: “¡La libertad de Milagro queremos, mierda!”. Se animan bombos y redoblantes, suenan las murgas y la marea tupaquera reversiona y reesignifica el típico cántico: “Somos de la gloria juventud argentina, somos los herederos del Che y de Evita…”. ATE Capital acompaña, dice presente una vez más. Encabeza nuestra columna la murga Los Verdes de Montserrat.

El malón empieza a abrirse paso. En la plaza esperan los organismos de derechos humanos de Jujuy, que desde 1983 encabezan el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia. Son 10 kilómetros de ruta hasta Libertador General San Martín, dos de los pueblos que 42 años después se siguen rebelando ante el verdadero poder de Jujuy: el Ingenio Ledesma, de quien el radical Morales es solo un títere.

Una vez finalizada la marcha, Iván Wrobel, responsable del Área de Derechos Humanos de nuestro sindicato y parte de la comitiva, asume el micrófono en el acto principal: “Vinimos desde Buenos Aires como todos los años a acompañar esta pelea. Nos parece importantísimo que sigamos recordando lo que pasó en la Noche del Apagón. Nosotros seguimos peleando todos los días por la libertad de Milagro Sala y el resto de los compañeros y compañeras presos políticos de esta provincia. Mientras ellos sigan presos, no hay democracia posible ni Patria libre, justa y soberana”.

Además, se refirió a la jornada histórica del próximo 8 de agosto, cuando en el Senado se debata el aborto seguro, libre y gratuito, y pidió acompañar la lucha para que, finalmente, sea Ley.

Viernes 20 de julio: Visita a los barrios de Alto Comedero y Parapetí

El último día en Jujuy aprovechamos para realizar una recorrida por el barrio emblema de la Tupac Amaru, Alto Comedero (“El Cantri”), y Parapetí. Al igual que en los años anteriores, pudimos comprobar la obra que le devolvió la dignidad a miles de jujeños, las miles de viviendas construidas y las fábricas, escuelas y hospitales construidos, que hoy se encuentran intervenidos y en estado de abandono.

Particularmente, pudimos observar la monumentalidad de las construcciones hechas por las cooperativas de la Tupac Amaru y hablar con los vecinos, quienes temen nuevas represalias por parte del Gobierno de Morales. Increíblemente, comprobamos que el Gobierno realizó una obra en el barrio en este año, y fue un muro en el medio de la pileta para reducir el caudal de agua. Toda una metáfora de lo que viene sucediendo.

Ya en Parapetí, departamento de San Pedro, conocimos a Beto, un personaje entrañable, quien está a cargo de la sede, y a Zulema, una de las referentes. Ambos nos llevaron a recorrer el barrio y junto a los vecinos nos ofrecieron en el centro de salud –donde hoy están replegados, ante los robos y las amenazas que son constantes– una típica merienda tupaquera con torta frita y api, una bebida propia del altiplano andino hecha a base de maíz morado.

Entre charlas y anécdotas, nos contaron que a partir de la detención de Milagro y la persecución desatada contra la organización, pensaron en dar un paso al costado. Sin embargo, fue la madre de Zulema, quien inició la Copa de Leche en el barrio, hoy con 72 años, quien les hizo cambiar la decisión: “Cuando nosotros empezamos no había Copa de Leche, no había nada, no teníamos plata, el Ingenio estaba mal. Ahora Milagro está presa, pero tenemos el centro de salud, tenemos vivienda, tenemos la sede, tenemos la guardería. ¿Ella nos dejó con muchas cosas y queremos dejar todo?”, interpeló a todos en aquella asamblea.

Hoy los compañeros y compañeras temen que la intervención o el desalojo sea inminente. “El Gobierno hoy se siente fuerte por haber intervenido nuestra sede nacional, ha avanzado con las localidades y nos está quitando las cosas”. El debate hacia dentro es qué hacer en casa de una nueva arremetida. La posición de Beto está tomada, la obra de la Tupac es su vida. “Yo le digo a los compañeros: nosotros, nuestros padres, estamos acostumbrados a hachar caña y si nos vienen a quitar vamos a tener que salir con el machete. Porque si tenemos que morir por esto que hemos hecho, podrá morir alguien, pero esto no nos lo va a quitar Gerardo Morales”.
 
El intercambio nos dio fuerzas a ambas partes, y terminamos la jornada entre abrazos y regalos. Mientras subíamos al micro para pasar la última noche en Palpalá, Beto saludaba con la campera verde típica de ATE y los compañeros y compañeras con las remeras negras de “Son 30 mil”. Será hasta un nuevo encuentro.

De vuelta en Palpalá, hubo mondongo y luego una despedida a puro baile, y canciones populares de la mano de la banda de folklore "Esencia". En el medio de la angustia por los tiempos que corren, hubo momentos para sonreír, disfrutar y así cargar las energías para continuar, lejos pero al mismo tiempo codo a codo, la misma resistencia.

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