06 noviembre 2017
Carlos Tomada aseguró que la reforma laboral que quieren imponer es “un ataque a los trabajadores, una pretensión de negar el derecho del trabajo, quitarle el principio protectorio que es el principio básico. La Reforma básicamente, vino a precarizar la relación laboral, a fortalecer la discrecionalidad de los empresarios y a facilitar los despidos". Al mismo tiempo, negó rotundamente que haya una recuperación del empleo formal y alertó que “hay un gran ausente en esta reforma que es lo colectivo; no se habla de negociación colectiva”.
Quieren imponer el lema soberbio que “en la empresa el que manda es el empresario y no me pongan obstáculos porque yo hago lo que yo quiero”, les dijo a los delegados y delegadas presentes en el auditorio Germán Abdala.
Asimismo, afirmó que la Reforma Laboral se inserta en un marco internacional en la que otros países están impulsando en sus gobiernos cambios similares, como es el caso de varios países de Europa y que en América Latina se introduce de manera brutal por el país vecino de Brasil. “La ofensiva que empieza con la gran “crisis capitalista” en la década de 2008 y 2009 implicó que frente a esa crisis que era una crisis financiera que paso a ser una crisis económica, dejó un saldo devastador, 200 millones de puestos de trabajo se perdieron en el mundo y no parece recuperar”. Simultáneamente aseveró que “lo que sí empieza a recuperar es el empleo de baja calidad con poca contención social y ese es el escenario mundial”.
Retrotraer la redistribución de la riqueza
La sola posibilidad que la redistribución del ingreso hubiera pasado de ser 52 por ciento para el trabajo y 48 por ciento para el capital, con lo que eso implicaba en relación de fuerza, según el ex ministro, “le sirvió a la derecha a tomar este impulso que lograron coronar exitosamente con el proceso electoral de 2015”, sostuvo.
“La razón, la centralidad de este gobierno está dirigida a volver atrás la distribución del ingreso que en años anteriores había sido mayor para el trabajo que para el capital, y ustedes saben que un cambio en la distribución del ingreso, implica un cambio en las relaciones de fuerza y es intolerable”, remarcó.
Batalla cultural
Otro de los grandes problemas que resaltó es la batalla cultural o la batalla comunicacional entorno a la ilusa idea creada de que la coalición de Cambiemos “es el gobierno del diálogo”. ¿A alguien le da alguna duda que este el gobierno de diálogo?– ironizó y continuó - “Este gobierno cuando se dirige al mundo del trabajo, utiliza términos como: “privilegios, mafias, paros en la rueda, costo laboral. Y cuando vos hablas de trabajo y lo haces sinónimo de costo laboral, los costos se ajustan, se bajan, así que el meta-mensaje es que hay que bajarlo”, develó.
También explicó que la comunicación en el contexto actual “es un desafió” por la desigualdad que esto conlleva. “El desafío es doble si pensamos, confrontar con el “gobierno de dialogo” para disputarle el sentido y al mismo tiempo la comunicación con todos los trabajadores, no solo con tropa propia que ya cuando hablamos de reforma laboral, ya sabe que es una porquería. El tema es como hablamos con los compañeros de trabajo”, señaló.
Compromiso con los organismos de ajuste
Otro de los análisis que efectuó Tomada fue la influencia del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el deseo de la Argentina de insertarse en el mundo a través del reconocimiento de estos Organismos de ajuste para entrar a la Argentina a la OCDE, entidad de países desarrollados que se supone que ejemplificaría nuestra vuelta al mundo. “La directora general de la OCDE estuvo en la Argentina en octubre del año pasado y le dijo al gobierno los deberes que tenía que hacer para entrar a esa corporación”.
Y reforzó: “Uno de los de deberes era lograr la flexibilidad laboral para disciplinar a los trabajadores, a fortalecer a la visibilidad empresaria y a precarizar el trabajo, con el objetivo final de denigrar al sindicalismo. La reforma laboral cumple esa secuencia porque en la Argentina si vos querés modificar lo preexistente, de la única manera que lo podes hacer, es debilitando al sindicalismo, cooptándolo, corrompiéndolo o reprimiéndolo”, criticó.