28 abril 2017
Durante una década los trabajadores y sus organizaciones han discutido paritarias todos los años con avances concretos en cláusulas sobre salud y seguridad en el trabajo. No sólo se discutieron salarios, sino también estrategias de intervención sindical para el mejoramiento de las condiciones de trabajo. Hoy el escenario cambió bruscamente.
Las normas que regulan la salud de los trabajadores en la actualidad son: la Ley de Higiene y Seguridad, la Ley de Riesgos del Trabajo y los Convenios Colectivos. Sin embargo, excepto en algunos Convenios y en las provincias de Santa Fe y Buenos Aires, no existen en nuestro país normativas nacionales que garanticen la participación de los trabajadores bajo la figura de Delegados de Prevención y los Comités Mixtos de Salud y Seguridad. Es decir que los verdaderos protagonistas de la historia no están legalmente reconocidos.
Frente a esta situación, la salud laboral debe defenderse en conjunto, colectivamente. Y esta defensa no puede descansar solo en lo técnico o en las normativas, ya que así sólo tendría una función fiscalizadora, veedora: se queda mirando el accionar de otros desde afuera, como si fuera una vidriera. Esta postura solo lleva a la queja y a la denuncia, y le da al sindicalismo un papel estático, sin protagonismo.
El concepto de prevención es clave. Pero si esta se refiere a toda acción que se realiza para evitar que un daño ocurra o para limitar sus efectos, ¿cómo dejar en manos de otros (por definición, omisión o vacío legal) lo que pone en juego la salud de los trabajadores?
Prevenir implica participar, disentir e investigar, y todo eso es necesario para modificar las condiciones de trabajo.
Porque estas condiciones dependen de políticas públicas y su modificación dependerá a su vez de la acción sindical en el lugar de trabajo, de la acción de todos los trabajadores y de la acción de la ciudadanía en su conjunto. Es por eso necesario generar estrategias colectivas en defensa de nuestra salud y en defensa del trabajo digno, para evitar la frustración y el aislamiento.
La prevención depende menos de las posibilidades técnicas que de la capacidad de cada organización de construir su propio conocimiento para exigir a la ciencia y a la técnica que cumplan con su objetivo.
Investigar los problemas, sensibilizar al resto de los trabajadores e implementar mejoras preventivas generará un nivel de discusión y de correlación de fuerzas por demás importante en la negociación colectiva.
¿Por dónde empezar?
La realidad es compleja, tanto en una fábrica, como en una oficina, en una escuela, como en un hospital. Por eso, para modificarla, debemos conocer, participar y proponer: militar para producir cambios.
Conocer implica identificar los riesgos laborales: buscar, relevar, investigar el problema. No es necesario ser licenciado en estadística para investigar las causas de los accidentes y enfermedades que padecen los trabajadores de la fábrica. Si aplicamos una herramienta de evaluación de riesgos laborales podremos ver cada uno de estos riesgos y dónde se originan. Y luego, junto al resto de los compañeros, podremos discutir estrategias para modificarlos.
Identificar estos factores de riesgo significa comenzar un diagnóstico de las condiciones de trabajo, por más simple y sencillo que sea. Para eso es necesario desnaturalizar los riesgos: dejar de pensarlos como algo inherente a la tarea cotidiana, asumiendo que “el ruido es inmodificable” o que “para producir es necesario cansarse”. En este sentido, es necesario cambiar la cultura de los compañeros.
Una vez identificados los problemas hay que priorizar aquellos que impliquen daño severo y/o que afecten a una mayor cantidad de compañeros. Por ejemplo: una pared electrificada, una estufa que pierda gas, una máquina sin protección, una situación de exposición a sustancias cancerígenas, etc. Se debe tener en cuenta el tiempo de exposición, la duración de la jornada de trabajo, las pausas y descansos, entre otras cosas.
Denunciar es útil para exigir el cumplimiento normativo, pero si a la denuncia sumamos también la acción podemos construir nuestro propio conocimiento para decidir las mejores estrategias de prevención o para discutir las especificidades de nuestra actividad en la negociación colectiva.
Prevenir significa sensibilizar para la participación, para compartir, comparar opiniones diferentes ante un mismo problema, comprometer a nuestros compañeros. Se trata de participar organizadamente en las estrategias de modificación.
La denuncia sin acción nos deja atrapados en el daño; construir nuestro propio conocimiento para modificarlo nos libera.
En este punto, los delegados, activistas o el delegado de prevención deben estar constantemente informados, conocer las normativas, denunciar los riesgos, controlar que se implementen las medidas correctivas y generar acciones concretas de gestión en la prevención.
Estas acciones, a su vez, deben ser informadas a los propios compañeros, para compartir los logros, los obstáculos y también los imposibles.
Este recorrido servirá para pensar las mejores estrategias de prevención, para conocer diferentes propuestas, para enriquecer la discusión y para involucrar a los trabajadores expuestos, logrando su protagonismo.
Conocer para intervenir. Intervenir para modificar las condiciones de trabajo que inciden nocivamente a los trabajadores expuestos. Mejorar las condiciones de trabajo tendrá un impacto en las condiciones de vida. Trabajo digno y seguro, este es el objetivo.