06 enero 2017
En un momento en el que el neoliberalismo quiere avanzar sobre nuestros derechos y el gobierno llena de policía los ministerios, en el que miles de trabajadores y trabajadoras corren el riesgo de quedarse sin trabajo, o se enteran que no se les va a renovar el contrato, necesitamos un sindicato y una central fuertes que se ponga al frente de los conflictos. Tras doce años de recuperación del empleo y de ampliación de derechos, nos encontramos en un momento en el que la vara para los dirigentes gremiales está muy alta. No todos están a la altura de la historia, y con mucho pesar debo decir que muchos de los dirigentes de mi sindicato, nuestra querida Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) son más parte del problema que de la solución.
Hace algunos días trascendió la noticia de que la CTA Autónoma se había fracturado, y que ahora no son dos las CTA sino tres. Amén de reconocer que la fundación de una central obrera no depende solamente de tener garantía para alquilar un local, como bien explicó Hugo Yasky en diálogo con Radio Gráfica, pareciera que dirigentes como Víctor De Gennaro, Ricardo Peidró y Hugo “Cachorro” Godoy trabajan desde hace años para dividir al movimiento obrero.
No sólo es la antítesis de un dirigente sindical la de trabajar por la división de los trabajadores, sino que este momento histórico en particular lo hace más evidente y condenable. Mientras miles de trabajadores se movilizan para impedir el vaciamiento del CONICET y del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, estudiantes e investigadores participan de las medidas de fuerza, y las bases se plantan ante el desmantelamiento de la ciencia, ATE Nacional, con Godoy a la cabeza, le daba la espalda al conflicto. Mientras miles de trabajadores y trabajadoras del Ministerio de Educación y Deportes abrazaron el Palacio Pizzurno de la mano de los docentes, de padres preocupados por la educación de sus hijos y de gremios de la CGT que se acercaron solidariamente a expresar su respaldo, ATE Nacional le dio la espalda al conflicto.
Mientras en Neuquén la policía de Macri reprime brutalmente a los trabajadores y trabajadoras en la ruta, y monta un escenario de mentiras sobre supuestas agresiones de parte de los estatales, ATE Nacional no se expide en apoyo a los trabajadores víctimas de las balas de goma y la persecución. Mientras en Río Turbio los mineros alertan sobre el proyecto de privatización de la mina estatal y son amenazados con nuevos despidos, ATE Nacional hace oídos sordos y le suelta la mano a los trabajadores. Sin ir más lejos, ATE Nacional no participó de la Marcha Federal, una histórica movilización parida en un plenario de ATE Capital y que atravesó no sólo a la CTA sino a muchos sindicatos de la CGT, organizaciones sociales, organismos de derechos humanos, organizaciones políticas, cooperativas, pymes y a los curas en opción con los pobres.
A lo largo del año pasado se han acumulado muchos indicios que sugieren más un aparente acuerdo de ATE Nacional con el gobierno de Mauricio Macri que una verdadera resistencia a sus políticas, y el anuncio de una fractura con la conducción de Pablo Micheli en la CTA Autónoma es nada menos que la frutilla del postre. La enorme estructura de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) logró unificarse a principio de año de la mano de una conducción tripartita que, con los objetivos que se plantea, avanza hacia la consolidación de una posición y un potencial de presión mucho más fuerte que cuando estaba dividida.
En la CTA aún no hemos sido capaces de reunificar la central, pero Hugo Yasky y Pablo Micheli han dado muestras de avanzar hacia la consolidación de una posición única ante el gobierno neoliberal y sus políticas de saqueo de lo público. Los esfuerzos de Godoy, De Gennaro y Peidró por impedir que los trabajadores y trabajadoras nos plantemos en unidad ante un proyecto político y económico que busca hambrear al pueblo son superlativos. Repudiamos y rechazamos esas maniobras. A pesar de las diferencias, la unidad debe tener a ATE Nacional y a Hugo Godoy como protagonistas. Llamamos a dejar de lado los egos personales, llamamos a los dirigentes que no abonan a la unidad del movimiento obrero a recapacitar y a disputar posiciones en el marco de lo que nuestras organizaciones lo permiten, con elecciones limpias y transparentes, pero sobre todo, los llamamos a no hacerle el juego a Mauricio Macri y a no entregar a los trabajadores.
Publicado originalmente en Página/12 del 6 de enero de 2017