"El kirchnerismo permitió reparar nuestro vínculo con el peronismo y con el Estado"

04 octubre 2017

   #Actualidad #Formacion

En el marco de la presentación del libro Sublunar; entre el Kirchnerismo y la Revolución, trabajadores y trabajadoras estatales debatieron sobre el legado del kirchnerismo en el Estado, sus alcances y limitaciones como proyecto de transformación.

"De lo que trata el libro es de evitar que otros nos narren, porque si otros nos narran está claro cómo lo hacen: tras las rejas", señaló Javier Trímboli, autor del ensayo editado por Cuarenta Ríos.


La actividad estuvo organizada por la Junta Interna del Ministerio de Educación y la Fundación Germán Abdala y contó con la participación de Javier Trímboli y Cecilia Fuchsland, Emiliano Bisaro, Juan Ciucci y Diego Caramés, quienes celebraron y comentaron la publicación cuya hipótesis más fuerte y provocadora es que el kirchnerismo representó, tras la derrota sufrida en los 70's y el genocidio, el momento que más cerca estuvimos de una Revolución.


Cecilia Fluchsland, delegada del Ministerio de Educación, rescató que el libro no habla del proceso político anterior "como una utopía, un ideal o una abstracción, sino de la materialidad del kirchnerismo, de lo que hicimos concretamente y de cuándo y por qué decidimos ser kirchneristas", identidad política que medios hegemónicos, políticos y funcionarios pretenden borrar del mapa.


"La prueba más fuerte de que la tesis del libro es acertada es el odio que generamos en los sectores más reaccionarios. El kirchnerismo permitió activar la lucha de clases", opinó Fluchsland.


Por su parte, Emiliano Bisaro, vocal de ATE Capital, relató sus primeras experiencias militantes e hizo hincapié en que el kirchnerismo "le volvió a dar a la política su dimensión de transformación y permitió reparar nuestro vínculo con el peronismo y también con el Estado, que dejó de ser algo que solamente te cagaba a palos; que no solamente transformaba y generaba mejores condiciones de vida para los sectores populares, sino que además tenía un discurso con el cual uno podía empatizar, con el cual uno se sentía parte. Con todas las contradicciones que esto implica, uno era orgulloso de ser trabajador estatal".


"Antes, nuestra militancia era una militancia 'rara'. Desconfiábamos de la política partidaria y no teníamos ninguna expectativa, incluso no íbamos a votar o militábamos el voto en blanco. La llegada imprevista de Néstor Kirchner nos hizo volver a creer", afirmó Bisaro.


El referente de la FGA señaló como un momento clave la entrega de la ESMA a los organismos de derechos humanos y recordó que "ni en las peñas de HIJOS discutíamos esas cosas. El kirchnerismo amplió la capacidad de transformación política a un nivel que era inimaginable", aseguró.


En este sentido, todos los presentes resaltaron que el Estado se reconstruyó y se orientó en función de los intereses de las mayorías populares, aunque criticaron su faceta como empleador, que dejó cantidad de compañeros y compañeras, así como numerosos cuadros técnicos, precarizados y en situación de vulnerabilidad, entre otros puntos.


Sindicalismo y kirchnerismo


La relación y el vínculo de los sindicatos con el kirchnerismo, así como la posibilidad de construir un nuevo sindicalismo, fue otra de las grandes discusiones de la charla.


"Uno de los debates es cómo hacemos para politizar los sindicatos y qué hacemos con el corporativismo sindical. El sindicalismo realizó paros por ganancias y hoy frente a despidos y salarios no hay plan de lucha alguno. Frente a esto, enojarse con las conducciones solo sirve como catarsis, no transforma nada. El problema es político y buena parte del corporativismo no es una responsabilidad solo de los gremios. El kirchnerismo arrojó a los sindicatos simplemente a discutir paritarias, condiciones de trabajo y salarios (que no es poco) y lo replegó en algunas discusiones que tenían que ver con protagonizar la política, el proyecto de país y otros temas que excedían simplemente sus áreas de incumbencia. Esto es algo que tenemos que resolver", concluyó Bisaro.